miércoles, 9 de diciembre de 2020

Nunca digas tu nombre - Reseña

Estás en una ciudad desconocida, esperando tu tren. Tenés varias horas, así que salís a caminar por las calles. Solo llevás un bolso pequeño y tu cámara de fotos. Hace frío. Te encontrás con alguien y te ponés a conversar. El aire está raro, pero te dejás llevar. Se hace de noche. Hay algo a punto de ocurrir, no hace falta ninguna capacidad extrasensorial para saberlo. Los dados están echados. Llegues adonde llegues, siempre terminás conociendo tu futuro.

«Te dijeron que no confiaras en extraños, que no anduvieras con ellos, que no los siguieras, y acá estás, desobedeciendo todas las advertencias».









No sé si todos los lectores del blog lo tendrán claro, pero Federico Ivanier es de mis escritores favoritos desde la preadolescencia. Ha aparecido más de una vez en este blog, y también aparece mucho en mis estantes. Seguir leyéndolo ahora de adulta es un privilegio y un placer enorme. Hacía tiempo que tenía puestos los ojitos sobre su último libro, pero recién ahora pude leerlo. Tenía mucha curiosidad porque sabía que era distinto a los demás, así que paso a contarles qué me pareció.

En este caso, corresponde que empecemos por la prosa. Es lo que llama la atención de inmediato: la narración está en segunda persona, presente, un recurso que en lo personal me resulta fascinante y que siempre me gusta encontrar en la ficción. La elección es muy adecuada porque le aporta dinamismo a la historia, a la vez que interpela al lector. Se combina a la perfección con el tono poético y lleno de incertidumbre, con las imágenes invernales y las emociones veladas del protagonista, que nunca dice su nombre, como bien indica el título. Resulta envolvente, fluida, y así es como se lee rapidísimo, en constante tensión.

Es una historia cortita, diría yo que entra en la categoría de nouvelle. Por lo tanto, la trama no es compleja ni nos encontramos con subtramas, lo que podría resultar confuso en historias de esta longitud. Nuestra trama es bastante directa, si bien no lineal, porque también hay algunas escenas del pasado que son clave para entender la historia completa. El protagonista confunde la hora de los pasajes, tiene que hacer tiempo en un pueblito de la frontera entre Francia y España, Irún. Pasea, se encuentra con una chica muy rara... En fin, podría ir por muchos lados, algunos más cliché que otros. Sin embargo, es una novela de Federico Ivanier. Sabemos que va a ir por el lado raro.

Hay muchos indicios de este quiebre entre lo melancólico-normal del inicio y el quiebre que se da hacia el final. El primero ocurre casi al principio, en una escena bástante gráfica que rompe con la cotidianidad de la plaza. Luego, pequeños detalles en su conversación con esta chica. Hasta el paisaje acompaña. Respecto al quiebre que menciono —en cierto modo esperable, aunque no diría que predecible—, prefiero no decir demasiado, pero está bastante unido a otra de sus novelas anteriores, diría que podrían pertenecer al mismo universo. Pueden teorizar a gusto.

¿Es una novela contemporánea? ¿Juvenil? ¿De fantasía? ¿Thriller? ¿Horror? No sé muy bien cómo la catalogaría, si es que es necesario. Tiene un poquito de todas esas cosas, pero también se apoya muchísimo en una prosa bastante lírica y en la cultura popular, especialmente en la música y el cine. Tampoco pasan desapercibidas ciertas referencias literarias.

Como siempre, Federico Ivanier no decepciona. Me encanta todo lo que hace, pero me alegra leer cosas suyas un poquito más experimentales, más oscurillas y con esa voz tan suya. Creo que es un libro ideal para leer de un saque, en un rato libre. De hecho, ¿por qué no leerlo mientras hacen tiempo? No digo de viaje, pero... Pero tal vez la sensación sea diferente si partimos de ese punto en común con el protagonista. Tal vez se vuelva un poquito más inquietante.

1 comentario:

  1. ¡Hola! Me alegra que sea una historia de la que has disfrutado. Personalmente no es una lectura que me llame especialmente la atención, por lo que en esta ocasión prefiero dejarlo pasar.

    ¡Nos leemos!

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Nos descubrieron, por fin nos descubrieron. Pasen y vean, qué lindas tolderías: