miércoles, 29 de julio de 2020

TESLA Mundos Alternos I - Reseña

En el presente libro, el lector encontrará la perspicacia de Sherlock Holmes, el desconcierto de Jack el Destripador y la perversidad de Dorian Gray. Participará de un desenlace inesperado para la dulce Alicia de Lewis Carroll, acompañará a Wilhelmina Murray de Bram Stoker al otro lado de un espejo mágico, revivirá el oscuro destino de Drácula y la insaciable curiosidad de Víctor Frankenstein. 
Se acercará a personajes fascinantes y gélidos como la almirante Calíope, o la esbelta Eshima, se preguntará qué será de Aleska en el bosque del silencio y cuál el destino de la dulce Charlotte en el hemisferio de las brumas. Lo perseguirán los susurros de Nikola Tesla y la omnipresencia inquietante de Nole Mask.

El portal del tiempo, el trueno, un lugar para traficar almas, la división Oculus de realidad virtual, la noria del prater de Viena dibujada en un cielo rojo, la caravana con un monje loco, los barrios miserables de trols y fallecidos digitales, el amor de dos hombres, la pasión entre dos mujeres o la frivolidad de una ciudad de neón, viajan vertiginosamente entre las palabras que dan forma a relatos sobre dos universos ficticios que hablan de las verdades más profundas del corazón y de la vida: amor, odio, miedo, muerte y redención.

El alma de los personajes transita por el erotismo, el suspenso, el ingenio, el desengaño, la valentía, la extrañeza y la venganza, ellos dejarán una marca imborrable en el lector quien reconocerá además, temas de actualidad como el impacto de las redes en la vida de las personas, los alcances individuales y colectivos de la sociedad de consumo, el dominio de las masas, la inteligencia artificial, la crisis del paradigma patriarcal o la responsabilidad de los humanos con respecto a la Tierra y a sus semejantes.


[Hola, estimados. Este pequeño paréntesis es para recordarles que esta reseña se las trae Juan, no yo, y que va a estar reseñando cositas cada dos meses ♥.]


TESLA Mundos alternos I es un compilado de cuentos de ciencia ficción creado por el grupo Escritores Alternos, compuesto por Ana G. Broggio, Natalia Arcieri y Ximena R. Molinari. El contenido es muy variado en su estilo narrativo, hay cuentos cortos autoconclusivos, novelas cortas de un par de capítulos e historias inconclusas, que adivinando por el título del libro, podrían ser continuadas en futuras entregas.

He tenido el placer de asistir a varios seminarios de ciencia ficción coordinados por las autoras, y no me queda duda de que su conocimiento del género y sus raíces es amplísimo. En este libro se tocan varios subgéneros, como el steampunk (futurismo victoriano, máquinas con muchos engranajes que funcionan a vapor), cyberpunk (inteligencias artificiales, tecnología dominando a las personas, piensen en Blade Runner o Matrix) y biopunk (modificaciones corporales, implantes cibernéticos, las personas siendo menos personas y más máquinas).

El libro se divide en dos mundos o épocas, aparentemente vinculadas:

  • La Esfera Completa, basado en un siglo XIX mucho más avanzado que el nuestro, con trenes a base de energía atómica y un planeta dividido en dos: el hemisferio cercano, que se rige por las leyes naturales que todos conocemos, y el hemisferio de las brumas, a donde van a parar seres de todo tipo, atravesando espejos y haciendo pactos sobrenaturales. Esta mitad del libro hace un fino equilibrio entre la ciencia y la magia, llevando la trama adelante de la mano de múltiples invenciones ficticias de Nikola Tesla: una caja que cumple los deseos más profundos, un guante que magnifica las sensaciones del cuerpo o un paraguas que no es un paraguas y puede traer tus peores pesadillas a la realidad.
  • Akihabara, 2043, basada en la ciudad real de Akihabara, Japón, se convierte en la meca tecnológica mundial, gobernada desde las sombras por la Corporación Tesla. Rompiendo con lo esperado, una buena parte de los cuentos de este mundo es llevado adelante por las investigaciones de Sherlock Holmes en esta ciudad corrompida, acompañado como siempre de Watson, mientras salen a la busca de Jack el Destripador. Otros cuentos se enfrentan a cuestionamientos más clásicos del género, como el límite entre la libertad y el control y la humanización de la inteligencia artificial.

Los cuentos son extremadamente diversos; sobre todo en la primera mitad tienden a ser dramas humanos con la tecnología como mero disparador, destacando «El motor del alma» e «Historia gitana» y sus capítulos siguientes (que espero continúen en la próxima entrega). En la segunda mitad lo inhumano toma protagonismo. «El séptimo proyecto» y muy especialmente «Ojos inteligentes» se apropian de mensajes ya transmitidos en otras obras, pero le dan un lavado de cara que impacta de forma diferente.  Varios tocan temas de diversidad sexual, de erotismo y de decadencia además de los habituales en el género.

El hecho de tener tres autoras y dos mundos hace al libro muy variado, pero también muy caótico. Hay historias que cuesta entender a la primera lectura, sobre todo las que tienen referencias cruzadas. Que sea a su vez una compilación con secuelas deja muchos aspectos de los mundos sin analizar, muchas veces la explicación se limita a «lo inventó Tesla, así que funciona». Cuánto estén dispuestos a cuestionar el contexto queda a criterio del lector.

TESLA: Mundos alternos I es un libro muy bueno para picotear. Alguien más nuevo en el género puede ir leyendo y decidir que subgénero de la ciencia ficción le atrae más antes de comprometerse con novelas y sagas pesadas. Los lectores experimentados podrán encontrar varios guiños y un estilo distinto pero inspirado en los clásicos. Ojo, también puede pasar que apaguen la cabeza hasta llegar al siguiente cuento. Recomendado con pinzas.

miércoles, 22 de julio de 2020

¿Cómo me concentro para escribir?



Escribir es difícil y lleva trabajo. Aunque puede ser una actividad disfrutable —no para todos, no todo el tiempo—, siempre requiere de bastante esfuerzo y tiempo libre para poder llevarla a cabo, así que elegir el momento y la manera no es una cuestión menor. En muchas ocasiones, el momento de escribir es nada más y nada menos que el tiempo libre que se puede tener, que a veces no es mucho o en el mejor momento del día.

Tengo que avisar de antemano que es muy posible que todo lo que diga en esta entrada no les sirva para nada a muchos de ustedes. Después de todo, cada escritor es diferente y la funcionan distintas cosas, sobre todo al momento de escribir. Por lo tanto, lo que voy a hacer es contarles qué me funciona a mí y qué he ido aprendiendo, por si alguna de estas cosas termina por servirles. Y tal vez sea un poquito largo, perdón.


El caos

Escribo desde niña. Sé que esto suena muy cliché, pero es cierto: guardo todo lo que escribo desde el año 2000 —acabo de darme cuenta de que son veinte años y me siento muy vieja— y ya desde esos primeros tiempos tenía intenciones de seguir escribiendo siempre. Esto lo digo para que sepan que, desde entonces, mis tiempos y rutinas de escritura han cambiado mucho. Cuando era niña, podía escribir cuando tuviera ganas, básicamente. Tenía montones de tiempo libre y lo hacía cuando quería, total. Y eso que tenía bastantes ambiciones respecto a la escritura, pero no me ponía horarios ni pensaba en eso. Tampoco era lo suficientemente constante como para terminar nada, al menos hasta los doce o trece años. 

Cuando estaba en el liceo, a veces escribía en las clases que me aburrían. Escribía a la vuelta, casi todos los días, para poder compartirlo en el foro literario en el que participaba. Me cuesta mucho escribir de tarde, pero en esa época era lo que más me servía. No sé si llegó a ser un hábito, pero escribir me entusiasmaba y me distraía bastante de otras cosas.

Algunos ya saben también que siempre tuve bastantes problemas para conciliar el sueño. Incluso, allá por la prehistoria, este blog se llamaba Sin melatonina. En fin, esto ocasionó que escribiera de noche, a veces de madrugada. Terminé casi todas mis novelas a eso de las cinco o seis de la mañana, con la adrenalina de estar sobre el final y tras una noche en vela. 

Después, de más grande, la facultad y otras cosas hicieron que me costara muchísimo concentrarme para escribir. A veces, ni siquiera tenía ganas y, si las tenía, se iban en cuanto me ponía a hacerlo. Por eso es que muchos de mis proyectos publicados empezaron cuando todavía estaba en el liceo y los terminé muchos años después. Fue una época de poca motivación y de dificultades para centrar la atención. Cuando encontraba tiempo, claro. Ese fue otro gran problema.

Entonces, como verán, nunca tuve un hábito de escritura real. Nunca fui muy constante y terminé por desmotivarme muchísimo, al punto de plantearme dejar de hacerlo por completo. Total, ¿para qué? Es obvio que hay otras cosas detrás de esta desmotivación que fui resolviendo en terapia, pero la escritura siempre estuvo muy ligada a mi ánimo


El descubrimiento

El año pasado fue uno de los más productivos de mi vida, sobre todo en cuanto a la escritura. Sabemos, espero, que no valemos en función de nuestra productividad, pero me hizo muy feliz poder meterme en proyectos, nuevos y viejos, como hacía años que no lo conseguía. ¿Qué es lo que cambió? Bastantes cosas.

La primera es que estaba en un mejor momento, después de un par de años turbulentos. No voy a mentir respecto a eso. La segunda es que, por fin, logré terminar un par de proyectos que tenía pendientes desde 2011 y 2012. Me costó un montón y terminé agotada, pero valió la pena. Sobre todo porque en agosto, durante la #MMEUY, encontré una historia que me motivó lo suficiente como para aceptar el desafío de escribir todos los días e intentar terminarla. 

Lo conté por Twitter en su momento, pero escribir todos los días fue un ejercicio que me cambió la forma de escribir. Descubrí que, si me lo proponía, podía hacerlo. Y que, con el paso de los días, ya no me costaba tanto sino que se volvía hasta algo necesario para empezar mi día. No creo que escribir todos los días sea la clave, pero sí con una frecuencia que haga que nos acostumbremos a ello. Que sea parte de nuestra rutina, que nos salga solo. Con la novela anterior, escribir 500 palabras era un desafío inmenso. Con esta, mi promedio estuvo en las 1300 diarias y hasta lo disfrutaba. 

La cantidad de palabras tampoco dice nada, pero escribir mucho, seguido y disfrutarlo es algo que me parecía imposible conseguir. Tampoco creí que fuera a ser capaz de concentrarme de verdad y de no abandonar a la primera de cambio. Tenía cero confianza en lo que podía lograr, pero a raíz de esta experiencia, sé que puedo hacer lo que me proponga. Y eso es muy importante.

Entonces, después de toda esta perorata sobre mi vida y sobre lo que aprendí, ¿cómo me concentro para escribir ahora? Encontré un par de elementos constantes que me sirven un montón y que hacen que todo fluya con más facilidad. Cuando sé que voy a escribir, trato de que todos estos elementos estén presentes para poder funcionar mejor. Esa es mi manera de planificar una jornada de escritura.




Tomar el hábito

Como decía más arriba, si hacemos que escribir sea parte de nuestra rutina, como el café con leche al desayunar, nos va a salir solito. Conseguir que algo se vuelva un hábito lleva más o menos un mes, dicen, así que no es algo que salga de la noche a la mañana. Instancias como la #MMEUY o el NaNoWriMo pueden ser muy buenas excusas para intentarlo.

Insisto en que tampoco es necesario escribir todos los días para que se vuelva un hábito, pero sí sería bueno que fuera algo relativamente constante. Los momentos en que escribí más y mejor fueron aquellos en los que lo hacía con frecuencia. El año pasado descubrí que podía escribir bastante y disfrutarlo porque ya estaba acostumbrada a hacerlo. Hasta me cansaba más o menos cuando alcanzaba cierta cantidad de palabras, que era la que acostumbraba escribir.

Escribir todos los días me ayudó hasta a dormir mejor. Yo, que siempre había tenido problemas para dormir y madrugar era una especie de infierno, empecé a levantarme de mañana para aprovechar el día. Así, las mañanas se convirtieron en mi hora favorita para escribir y terminé por dormir a horas más saludables y sentir que empezaba el día realizada, habiendo hecho algo que me gusta y cumplido una meta. Ni yo lo puedo creer del todo.


Música (pero no esa música)

Aunque a veces funcionaba, en general no soy muy de escribir con música. Me terminaba distrayendo más que otra cosa —lo que es una pena, con lo que disfruto de hacer playlists de mis historias o personajes. A pesar de eso, mi capacidad de prestar atención es muy limitada y siempre termino haciendo otra cosa, aunque no quiera. El año pasado también descubrí las playlists de Spotify con música de piano de fondo o instrumental

Al usarlas para escribir, creaban una especie de efecto burbuja que me ayudaba a concentrarme, a veces al punto de ni siquiera escucharlas. Eso no importaba, hacían que la atmósfera se volviera óptima para trabajar y para meterme en la historia. También las recomiendo para otro tipo de tareas porque el efecto es el mismo. Mis favoritas son Peaceful Piano, Piano de fondo, Wake Up Gently, Focus Now, Deep Focus, Read & Unwind, Calm vibes, Piano in the Background, Bookclub, Lo-Fi Cafe... Ya se imaginan. Hay un montón similares y hasta pueden crear las suyas propias. El punto es que sea música así, inocua, que ayude a la concentración en vez de distraer.


Un tecito

Parece un chiste, pero ni tanto. Me sirve montones tener esta especie de «ritual» de calentar agua mientras se prende mi computadora, hacer el té, tomarlo y escribir, pensar, lo que sea. Además, es algo que hacer con las manos. No sé ustedes, pero yo no sé estar quieta. Me cuesta horrores hacer una sola cosa a la vez, por eso termino distrayéndome a la primera de cambio. Con la música de fondo y un té en las manos, lleno esos cupos, digamos, y puedo concentrarme en escribir más tranquila.

Además, amo tomar té, para qué mentir. Y sí, un café o una cocoa o cualquier otra bebida sirve para lo mismo, acá es a gusto del consumidor. No recomiendo hacerlo con comida porque puede ser más complicado si se vuelve un hábito, pero una tacita de café para tener al lado mientras escribimos funciona bastante bien.


Y básicamente es eso. No es que tenga muchos secretos, sino un par de cosas que, después de muchos años de rebotar entre horarios y en general pasarla mal, terminaron por funcionarme y hacer que mi vida sea más relajada y feliz. Cuando sé que voy a escribir, me duermo más contenta y me levanto con más ganas. Después de empezar el día escribiendo, paso el resto de la jornada con la satisfacción de haberlo hecho. De haberme demostrado a mí misma que puedo.

¿Cómo hacen ustedes para concentrarse? ¿Planifican sus días de escritura? ¿Creen que algo de todo esto pueda serles útil? No dejen de comentármelo ♥

miércoles, 8 de julio de 2020

La luna en la puerta - Reseña

Una novela con tintes de misterio sobre el poder del arte, firmada por una de las autoras jóvenes del momento.

Judith Salazar tiene diecisiete años y prestigio en las calles como la mejor rapera de Santa Ana, el barrio obrero, duro y asfixiante en el que siempre ha vivido con sus padres y su hermano Saulo. Pero un día Judith se queda sin palabras y sin rimas: el día en que su hermano decide suicidarse.

Ahora solo le queda el hombro de Chaim y una enorme necesidad de entender los motivos que llevaron a su hermano a quitarse la vida. Los graffitti, tatuajes y unas cartas del desaparecido serán las pistas; la amistad y amor con Chaim, su refugio, y la poesía, su razón por vivir. Pero ¿puede el arte salvar a una persona?




Me moría por leer este libro, así que cuando lo encontré en Biblioteca País, pegué un par de grititos y no lo pensé dos veces. A esta altura, Andrea Tomé ya es una invitada de la casa. Pueden leer las reseñas de Corazón de mariposa, Entre dos universos, Desayuno en Júpiter y El valle oscuro. Hasta tienen una entrevista. Así que eso, por supuesto que iba a querer leer esta novela. Incluso si toca temas que suelo evitar en literatura, porque sé que Andrea tiene mucho cuidado y trata todo con delicadeza y honestidad. Me alegra poder decir que no cometí un error.

La sinopsis cuenta claramente de qué se trata, así que no me voy a extender demasiado sobre la trama. Lo que sí quiero decir antes de hablar del libro en sí es que se tocan temas que pueden ser triggering para algunas personas, y aunque insisto en que Andrea los trata con mucha sensibilidad, es mejor que estén sobre aviso. Me refiero al suicidio, la homofobia, la violencia, el abuso. Cada uno decide si leer o no. 

La historia está contada de una forma muy especial. Por un lado, tenemos la narración de Judith en primera y segunda persona, siempre hablándole a Saulo, y por otro, tenemos la de Chaim, en primera. Además, varias cartas. Algunas son de Judith a Saulo, pero otras son de Saulo. Y es la forma que tenemos de ir acercándonos a lo que pasó en realidad, a los motivos que lo llevaron a quitarse la vida. Este es de esos libros que me hacen empezar la reseña con la prosa más que con la historia en sí, porque creo que tiene un peso muy grande. Todos los narradores tienen una voz propia, reconocible y muy fuerte. No se comunican de la misma manera y eso genera sensaciones variadas e intensas. En particular Judith, que en ocasiones rompe con los formatos habituales. También se intercala cierta poesía. Me gusta un montón cuando una novela se sale de las convenciones para transmitir más y, en mi opinión, mejor.

¿Y quiénes son estos personajes cuya voz es tan fuerte? En primer lugar, Judith, protagonista indiscutible aunque no acapare los focos. Como es obvio, la vemos transitar el duelo de la muerte de su hermano, que además fue un suicidio e implica otras cosas para Judith y para su familia. Su padre es muy difícil, su madre no se atreve a enfrentarlo. Por suerte está su abuela, que es un personaje precioso. Y Reyes, su mejor amiga. Me encantó la forma apasionada y decidida que tiene de enfrentar la vida, incluso si durante la historia no es exactamente la persona que siempre fue. Y aunque tampoco vuelva a serlo al reconstruirse.

Por otra parte tenemos a Chaim, que es caótico y dulce y todo lo que está bien en el mundo y soy el meme del patito con un cuchillo si alguien opina otra cosa. Inmigrante húngaro, judío, problemático en el instituto y con una gran tendencia a meterse en líos en el barrio, lo que es todo un tema para su familia ahora que su hermano está en la cárcel. Un gran amigo. La persona que más se acerca a Judith.

Y Saulo... Saulo es un misterio que tienen que descubrir mientras van leyendo la novela. Después de todo, sus problemas y sus vínculos y el papel que jugó Santa Ana en todo eso son las piezas clave para entenderlo todo. De hecho, puede que Santa Ana sea más un personaje enorme que la ambientación de la novela. Una fuerza de cuyo poder es imposible escapar. Así es como lo sienten y describen los personajes: un hogar y una especie de condena. Y Saulo, que siempre dijo que lograría irse, terminó haciéndolo de otra manera. Así es como abre la novela, con una despedida que no es la imaginada por los demás. Y así es como la violencia a la que están habituados los que viven en Santa Ana no deja de escalar, como si ese fuera el lenguaje en el que se habla allí. A pesar de esto, hay espacio para la belleza. Para el arte. El arte es otra pieza clave, es muchas veces el motor que mueve a los personajes o la forma en la que entienden el mundo. La de Santa Ana es una atmósfera muy compleja de explicar, pero la autora la transmite muy bien. 

Como todo lo que leo en digital, fui un poco más lento porque no estoy habituada a hacerlo desde casa. Igual, es un libro corto que se lee en unos pocos días, que engancha a pesar de que a veces duele. Lo que se cuenta llega mucho, de distintos frentes. Ya saben que solo un libro me hizo llorar, y aunque este no me sacó lágrimas, estuvo muy cerquita y sí me dejó el pecho apretado. Hasta terminé soñando con asuntos personales, pero en un tono bastante tranquilo. No sé, es una novela intensa, sea corta o no

No creo que esta sea una reseña a la altura de la novela o de todo lo que me gustó la novela, pero ahora mismo estoy agotada y es lo mejor que puedo hacer. Por lo tanto, quiero enfatizar lo buena que es, en todos los aspectos, y lo mucho que merecen que la lean. Si son de Uruguay, pueden encontrarla en Biblioteca País. Si no, los invito a buscar la novela en sus librerías de confianza, sobre todo ahora que los autores y la industria editorial necesitan todo el apoyo posible

miércoles, 1 de julio de 2020

Cuando reescribamos la historia - Reseña

HACE VARIOS AÑOS...
Julen e Ibai eran inseparables. Amigos que compartían clase, juegos en un jardín y paseos por la playa en las noches de verano.

EN LA ACTUALIDAD...
Julen solo es un joven que quiere pasar desapercibido. Ibai se ha convertido en un total extraño para él.
Pero todo cambia con un sueño, una luna roja como la sangre, un diario y una muerte. Ahora Julen se enfrenta a una cuenta atrás en la que tendrá que luchar, hacerse valer y, quizás, darles una oportunidad a personas que jamás hubiera imaginado. Tal vez, logre reescribir la historia y evitar que la vida de alguien termine de forma trágica. Pero para hacerlo, tendrá que llegar hasta las raíces de su pasado y enfrentarse a las sombras que las envuelven, para comprender cuánto vale una vida y cuánto estaría dispuesto a entregar para salvarla.

«Una historia muy intensa sobre la amistad, el amor y los miedos; y cómo una segunda oportunidad, que traspasa el tiempo, puede cambiarlo todo. Belén te arrastrará a un mundo lleno de secretos con una pluma fresca, que atrapa con un toque mágico.» Bibiana in Bookland.
«Una sorprendente historia sobre las segundas oportunidades, el poder de la amistad y la búsqueda de tu propia identidad que te romperá el corazón.» Sandra, Ciudad de los Libros.
«El estilo de Belén hila una intensa atmósfera que nos sumerge página tras página en un viaje inusual con un propósito conmovedor. Una intrigante historia que estruja el corazón con sus últimas líneas.» Tiffany Calligaris, autora de Lesath y de Witches.

Después de todo lo que me habían hablado de esta autora, tenía que leerla. Así que, apenas tuve oportunidad, decidí empezar por este, que era el que me llamaba más. Yo sé que arrancar con expectativas altas es justo lo que no hay que hacer, pero a todos nos pasa, ¿vieron? Igual, es un libro que terminó por gustarme y atraparme mucho, pero quiero contarles bien cómo lo viví para que entiendan cómo puede afectar la lectura ir con determinadas expectativas, que no son responsabilidad de los autores y tal vez no sean el mejor criterio para juzgar un libro. 

Varias personas de mi entorno estaban enamoradísimas de los libros de esta autora, y al ser tan distintos entre sí y de mi confianza, asumí que tendrían buenos motivos. Por eso, al empezar, me sorprendió que me costara tanto engancharme. Debo admitir que las historias «de instituto» tampoco son mi pasión y que los principios en sí me cuestan, pero en las primeras páginas no estaba encontrando eso que esperaba encontrar. La segunda vez que abrí el libro, ya no paré hasta la mitad. Y, al otro día, lo terminé. Así, de pocas sentadas y con muchas ganas.

Me pareció muy interesante la estructura de la trama, que no es lineal. Los primeros capítulos ocurren en 2018, en una reunión de exalumnos (mi peor pesadilla y, por lo visto, también la del protagonista, Julen). Tras la aparición de Ibai, con un pasado terrible y un futuro destrozado, volvemos a 2008, en el que Julen vio esta misma reunión como si hubiera sido un sueño. Y, a partir de entonces, intentará evitar que Ibai cometa ese crimen por el que arruinará su vida. Tranqui, cero estrés, muy chill todo. Además, intercalados con las partes en que se divide el libro (que van por meses) están los informes del trabajo en equipo que tienen que hacer durante el año, lo que nos da bastante insight sobre ciertas cosas.

La voz de Julen, el protagonista, también me gustó. Sobre todo, porque podemos apreciar la diferencia entre 2018 y 2008 en el tono con el que cuenta las cosas. Es un chico más bien introvertido, que no se halla cómodo en esa etapa complicada que es la adolescencia. Sin embargo, ese año todo va a empezar a cambiar para él. En gran parte, debido al sueño.

Creo que uno de los puntos fuertes del libro es lo bien desarrollados que están los vínculos de los personajes. No solo los del protagonista, sino todos en general, pero estos son especialmente vívidos y profundos. Me refiero al romance, sí, pero también a las amistades, los nexos familiares, todo lo que rodea a Julen y lo afecta mientras vive e intenta cambiar su futuro. Los personajes secundarios están bien definidos y absolutamente todos son importantes, crecen y cambian durante la novela. La amistad con Melissa y con Ibai me pareció súper entrañable y de lo mejor de la novela. El romance, bueno, ship material de calidad. Precioso. Creíble, lleno de momentos tensos y gestos que dicen tanto como los diálogos. No quiero decir más porque es de los que mejor no spoilear.

La primera persona en la que está narrada la historia es perfecta para transmitir todos estos sentimientos. Como decía antes, se nota perfecto en el tono la diferencia entre el Julen adulto y el Julen adolescente, que no pasó por los mismos eventos (y, con suerte, podrá evitarlos). Aunque el principio se me hizo más cuesta arriba, el resto del libro se lee en nada y es muy atrapante y entretenido. Creo que la autora sabe bien cómo hacer sentir al lector lo mismo que sus personajes y motivarlo a querer seguir leyendo.

La ambientación tiene eso de muy específico y a la vez abstracto. No recuerdo que se haya mencionado una ciudad, más allá de que sabemos que es costera, pero sí lugares, como la editorial o los colegios. Esto es interesante, porque hace que se sienta como cualquier lugar y a la vez ninguno en concreto, pero seguro el mundo en el que se mueven estos personajes. No sé si logro explicarme, pero la sensación es vívida también. Me contaron también que hay guiños a Una sonata de verano, pero como no lo leí, seguro no lo disfruté tanto como quienes sí lo hicieron.

Así, en conclusión, es una novela muy disfrutable, que mejora página a página y que llega muy hondo al pecho. Toca ciertos temas bastante sensibles, como el racismo, la homofobia, el abuso, pero de una forma que me pareció muy correcta. Recomendada, por supuesto. Y me quedo con ganas de leer más de la autora.