Eborus Lex es un humano natural con una memoria prodigiosa. Amelia, una inteligencia artificial de última generación. Ambos son los únicos tripulantes de Calipso, una nave que transporta cientos de humanos en suspensión, listos para crear una nueva colonia.
Un incidente desvía a Calipso de su rumbo y estrella la nave contra un planeta desconocido y habitable, protegido por una nebulosa roja. Allí, Eborus y Amelia encuentran al comandante de vuelo Segnit Satrusalya, un peculiar piloto espacial. Juntos aprenderán a sobrevivir en el nuevo mundo, enfrentándose al entorno natural, a las difíciles relaciones personales y a sus propios prejuicios.
«Nebulosa» es un relato de ciencia ficción que explora los dilemas entre lo artificial y lo real, la existencia, la creación y el libre albedrío.
Hace poco Estudio Third Kind preguntó en su cuenta de Twitter quiénes tenían ganas de reseñar este libro. Lo vi por casualidad y dije «bueno, ¿por qué no?». Sonaba bien, aunque no tenía mucha idea de nada. Mentiría si dijera que tenía alguna expectativa, buena o mala, porque la verdad es que no sabía con qué iba a encontrarme. Entonces, ¿al final me gustó? Sí, mucho.
La sinopsis hace un resumen excelente de lo que se van a encontrar en esta novela corta, por lo que no voy a decirles mucho sobre la trama. Eso sí, a pesar de que parece que fuera un relato de acción y de eventos, es más bien de desarrollo de personajes y mucho más introspectivo de lo que seguro imaginan. Ni nos damos cuenta de que estamos viendo transcurrir el tiempo, nos entretenemos con la relación que nace de estos dos, hasta que de repente llegan las revelaciones y todo se complica. Todo corre el riesgo de desmoronarse, así que cuidado. Déjense arrastrar por toda la belleza igual, pero ojo.
Como ven, tenemos poquitos personajes, pero llegamos a conocerlos mucho. Nuestro protagonista es Eborus, un hombre muy inteligente, paciente, tranquilo, con una misión importantísima que va a ocuparle la vida entera. También carga con un pasado más doloroso de lo que nos deja ver en primer lugar. Tenemos, una vez llegan al planeta desconocido, a Segnit, que parece ser todo lo opuesto. Lleno de vida, ganas y una frescura que Eborus jamás había visto en ningún ser humano de su era. Podemos decir que Amelia es un personaje más, ya que la inteligencia artificial que controla la nave es la única amistad de Eborus durante años. Se hace querer, así con todo.
Vamos a ser testigos de un romance insólito, casi imposible. Hombres de distintos tiempos, distintas eras, atrapados en un planeta solitario por culpa de una nebulosa. Es una historia que se cuece despacio, con ternura y desarrollando una confianza que empieza a destruir la soledad que los envuelve a ambos.
Pero, como ya les dije, hay ciertas revelaciones, ciertos momentos de pánico que pueden arruinar toda esta felicidad alcanzada por casualidad. Yo no voy a spoilearles ni nada, pero tengo que confesar que no lo imaginaba y que me dejó un poco triste al inicio, pero con la resolución que se le da quedé tremendamente satisfecha. Pensé que iba a ir por ciertos caminos, pero por suerte se escapó del cliché y tuvimos un desenlace que me parece perfecto.
Claramente, la ambientación se divide entre la Calipso y el planeta al que llegan, que es habitable pero muy diferente al nuestro. Su flora y su fauna me resultaron súper interesantes. A su vez, la nave me dio cosita por lo pulcra, por lo mucho que se parece a la mentalidad de los humanos de la era de Eborus.
Y como Eborus también es la prosa, que se ajusta mucho a él y a su modo de ver las cosas. Es limpia, clara, sencilla, honesta. Me gustó muchísimo y me permitió leer con ganas y soltura.
Así que al final terminó siendo una preciosa sorpresa. Una historia muy disfrutable, un romance tierno y que te deja el pecho lleno de sensaciones lindas y una ambientación cuidadísima. Si les gustan estas cosas, es un sí gigante. Vayan a leer.