Hoy se cumplen
diez años de la primera publicación de
Las lunas de marzo.
Además, coincide con el
lanzamiento de
Los astros sin voz, tercera y última parte de la serie.
Como siempre les cuento, la historia nació a fines de 2009, cuando tenía dieciséis años. La empecé por diversión, un día que tenía que hacer tiempo antes de irme a la casa de mi papá. Me pareció interesante escribir una historia siendo brújula total, sin saber nada: así me fue: me tranqué, la dejé, la retomé, y así por años, hasta 2014. No fue fácil; la experiencia me dejó abrumada y desconectada de la novela, tardé años en reconciliarme. Incluso, por años, me costaba entender lo que otros veían en la historia. Estaba totalmente negada.
En 2015, tras experiencias compartidas en foros de escritura y mucho tiempo leyéndonos entre nosotras,
tuve el honor tremendísimo de que Scarlett de Pablo me propusiera que Lunas fuera el primer libro de Escarlata Ediciones, un proyecto precioso me enseñó muchísimo sobre el mundo editorial. Por ejemplo, mis primeras correcciones literarias fueron novelas de Escarlata, también fui lectora editorial.
Gracias a Scarlett, a los veintidós años pude tener en mis manos mi primera novela publicada —¡que tuvo dos tiradas!—, mis primeras presentaciones, eventos, entrevistas y apariciones en medios. Mis primeras ferias del libro como autora. Mis primeros lectores.
Cuando Escarlata cerró, mis historias se quedaron huérfanas. Pasó un buen tiempo, en el que —contrario a lo que siempre dije— terminé escribiendo dos secuelas (Las noches perdidas, Los astros sin voz) y varios relatos. Eso me ayudó a reconectar con la historia, con su protagonista y todo ese universo al que me negaba a volver. A recuperar el amor por la escritura, de hecho. Al final, terminaron siendo de mis novelas más queridas, y eso que escribí mucho, muchísimo después. Tal vez es el período más prolífico de mi vida.

Recién en 2022,
Ediciones Urano me dio la oportunidad de brindarle una segunda chance a Lunas, estrenando el sello Puck en Uruguay, y mi vida volvió a cambiar para siempre. Con la incorporación de cuatro cuentos inéditos y algunas correcciones, Lunas salió de vuelta al mundo, literalmente.
Se publicó en Uruguay, en Argentina, en México, ¿quién sabe si no llegará a otros lugares? A mí, por lo pronto, me llevó a recorrer el país, a
presentarme por primera vez como autora en la Feria del Libro de Buenos Aires. Lunas, desde hace diez años,
no para de cumplirme sueños.
Las lunas de marzo no fue la primera novela que escribí, pero sí fue la primera en todo lo que importa. Este año también celebramos una segunda edición en Puck y el lanzamiento de Los astros sin voz, la tercera y última parte de la historia, la culminación de dieciséis años de trabajo. La mitad de mi vida. Gran parte de ese trabajo es mío, pero no todo, y por eso agradezco profundamente a todos los que me ayudaron a que Lunas se convirtiera en realidad, en un sueño tangible.
Y ahora, lectores, es de ustedes. De principio a fin.
Aunque ahora cerremos un ciclo, nuestra historia continúa. Los invito a seguir acompañándome en esta aventura que es la publicación, a través de mis redes sociales como Instagram (especialmente mi canal de difusión) o Goodreads, donde pueden encontrar cualquiera de mis libros. ¡También recuerden que este fin de semana es la presentación de Los astros sin voz!
Nos encontramos en el próximo capítulo, ¡hasta pronto!
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