Inglaterra tiene su tradición de ghost stories. Francia, su grand guignol. Estados Unidos, su Weird Fiction. Japón, sus kwaidan. En Uruguay tenemos un puñado de “raros”, que según Ángel Rama no escriben fantasía, sino que “interpelan a la Naturaleza”.
Aquí van, entonces, más raros. Gente sin prejuicios y hasta con orgullo de serlo. Gente sin respeto por el Realismo, que escribe cuentos de ciencia ficción, terror, fantasía, policial o, por no haber mejor forma de definirlo, cosas raras.
Creo que con la sinopsis queda clarísimo qué contiene este libro, pero de todas formas aclaro que se trata de una antología de relatos de... todo eso que dice ahí. Sobre todo eso de cosas raras, que es muy cierto y muy honesto. Lo compré en la Feria del Libro de Montevideo hace relativamente poco, y mi motivación era que contenía un cuento de una gran escritora y amiga, Carolina Cynovich. Sin embargo, también me atraía mucho la temática y la lista de autores, de los que conocía pocos y me intrigaba conocer más. Dado que es una lista larga, los remito a la página del libro en Goodreads para ver eso. Y también a la página de Facebook de la editorial, donde van a poder ver fotos de la presentación, a la que tuve la suerte de poder asistir aunque haya tenido que escaparme de clase para ello. También tengo la suerte de tener el libro firmado por unos cuantos de sus autores, aunque ahora me da vergüenza haberles hinchado demasiado las bolas.
Terminado este párrafo largo y explicativo, hablemos un poco más del libro en sí. Fue un gran compañero de viajes cotidianos. Es posible que haya leído la mitad encima de un ómnibus. Más específicamente, un 329 Saint Bois que en una mañana de cielo azul brillante y pajaritos se volvió muy, muy oscuro, y volver a la realidad luminosa al levantar la cabeza de las páginas fue más difícil de lo que uno pensaría. Ya he dicho que en general no soy buena lectora de relatos, pero con este se sintió de lo más natural, tanto los que leí tirada en la cama, en ratos libres de la facultad o arriba del ómnibus.
El libro abre con un relato muy macabro de Andrea Arismendi, «La novia de Lugosi». Acá ya empecé a hacerme una idea de qué me iba a encontrar, así que me acomodé en el hall de la facultad y me metí de lleno en la antología. Creo que justo de este le hablé a mi mejor amiga, que trabaja en una morgue como asistente de forense. Por si les dice algo del tono. Hay una chica obsesionada con animales muertos. A mí me gustó mucho.
«Aguas negras», de Eduardo Cuadrado, me hizo pensar en una especie de «Rodríguez» urbano, aunque fuera por otros caminos. Sin ser de mis favoritos, disfruté mucho de los diálogos. «Más que un juego», de Darío Iglesias, recrea una escena que más de alguno seguro vivió: un grupo de amigos frente al juego de la copa, pero se les va de las manos. «Género», de L. F. Phipps, es de esos raros, pero va construyendo una atmósfera siniestra in crescendo hasta que nos chocamos con el final. «El cajón cerrado», de Rodolfo Santullo, fue sin duda uno de mis favoritos, responsable de que ese 329 se me llenara de penumbras. No sé si entendí bien «Alguien sabe», de Brunella Tedesco, por lo que tendré que releerlo; lo que sí sé es que me dejó muy inquieta mientras leía. «El hormiguero», de Henry Trujillo, tiene algo muy cercano, muy real, que lo vuelve aún más siniestro.
No todos tiran para lo macabro. «El regreso del Capitán Rayo», de Pablo Dobrinin» cuenta la historia de un inspector de policía en un Montevideo futurista, casi sumergido en el agua. También es otro de los que más disfruté. «Los que no hemos vivido de verdad», de Pedro Peña, tiene el mejor subtítulo del universo: «Una historia punk retro rural», y está más cargado de venganza y acción que de otra cosa.
Por supuesto, hay otros con toques más fantásticos, sobrenaturales. «La niña que convocaba a las gaviotas», de Horacio Cavallo, tiene un toque inquietante, pero me llenó de ternura y fascinación, así como también lo hicieron «Cactus o la historia de un coro», de Carolina Cynovich (no esperaba menos) y «Abuela Nicasia» de Luis Edilio Gómez. No sabría explicar sino con la palabra raro lo que hay en «Partes del cuerpo», de Juan Andrés Ferreira, y la extraña criatura; «Estilo pecho», de Matías Larramendi, y su asfixiante descripción de un ómnibus (rara, sí, pero no desacertada); «Una noche más», de Melina Regalini, y el tedio que derrite a la protagonista; el fascinante camión de «Enkidu», de Renzo Rosello, que leí en la parada y me estremecí cuando los ruidos de la calle coincidían con los truenos de la tormenta del cuento; «Problemas a la hora de ir a comprar bizcochos», de Bolivar Viana, y el curioso desdoblamiento que presenta; «Naturaleza muerta», de Guzmán Vila, un cierre perfecto, como la presencia de la anciana.
Dejo para el final mis favoritos (sin contar los de Santullo y Dobrinin), y que no logro hacer entrar en los párrafos anteriores. «El Gran y Más Enorme Cuento», de Lucía Rehermann, del que quiero decir más bien poco, pero incluye una visita alienígena, drogas y una historia de lo más disparatada. Lo disfruté muchísimo y hasta me reí en voz alta —por suerte es de los que leí en mi casa—. También «Entre dos luces», de Mercedes Rosende, y «Trampa de osos», de Nina Blau, con un lado más bien sensual y hasta onírico, que fueron bellísimos.
El balance es más que positivo. Descubrí un montón de voces que voy a estar siguiendo de cerca, además de que disfruté de las que ya conocía. Me encantó ver que unos cuantos de los cuentos habían sido escritos por mujeres y que además estaban buenísimos. Me divirtió que la ilustración de la tapa fuera de Maco, que me la vengo encontrando en ya varios libros (no es una queja, me gusta mucho). En fin, que la compra valió la pena y que lo recomiendo, por supuesto.
Sí, esta canción iba a estar acá a como diera lugar, como siempre por estas fechas.
En fin, dado que mañana es Halloween y a muchos les gusta leer cosas macabras en estas fechas, ¿por qué no aprovechar a ir a buscar este libro para terminar el mes? Más que adecuado, sin duda, y una buena forma de leer más literatura nacional —o conocer más uruguayos, para los que no sean de acá—. ¿Me van a decir que no les entró curiosidad desde que vieron lo de «cosas raras»?
En otro orden de cosas, como habrán visto algunos en otras redes sociales, con Day de Yo Leo estamos organizando una lectura conjunta de la saga «Una corte de rosas y espinas»🌹, de Sarah J. Maas. Obviamente, ¡están todos invitados a participar!
Tengan en cuenta:
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En otro orden de cosas, como habrán visto algunos en otras redes sociales, con Day de Yo Leo estamos organizando una lectura conjunta de la saga «Una corte de rosas y espinas»🌹, de Sarah J. Maas. Obviamente, ¡están todos invitados a participar!
Tengan en cuenta:
- La lectura será desde el 1 de noviembre al 15 de diciembre. Dentro de esa fecha, se pueden unir en cualquier momento a la lectura.
- Los libros que leeremos serán:
1 - Una corte de rosas y espinas.
2 - Una corte de niebla y furia.
3 - Una corte de alas y ruina.
No es necesario que este último haya llegado a Uruguay para leerlo, aunque algunos vamos a estar limitados por este factor. - Vamos a seguir la lectura con el hashtag #LCACOTARSAGA en mis redes sociales (en Twitter, @ennemidusommeil) y tanto en el Facebook de YO LEO como en Twitter (@yoleouru). También en Instagram, si tienen ganas. ¡La idea es difundir!
- Al finalizar la lectura, vamos a estar haciendo un sorteo cortesía de Planeta.