Sofía tiene tres amores: su gata Holly, los libros y El café de Alejandría.
Sofía trabaja allí como camarera y es feliz.
Sofía no tiene pareja y tampoco la busca, aunque desearía encontrar la magia.
Sofía experimenta un chispazo cuando él cruza por primera vez la puerta.
Él aparece por casualidad guiado por el aroma de las partículas de café...
...o tal vez por el destino.
Él se llama Héctor y está a punto de descubrir dónde reside la magia.
Creo que esta va a ser una reseña difícil de escribir. No por el libro en sí, sino por mí. Necesito que me crean cuando digo que quiero leer este libro desde que me enteré de su existencia. Primero, por el título. No necesita explicación si saben cómo me llamo. Segundo, porque la primera línea de lo sinopsis es lo más yo del mundo mundial. Parece hecho para mí —qué ironía, a fin de cuentas—, posta. Tercero, porque hace tiempo que quiero leer a esta autora, y cuando vi este me decidí a que fuera con el que empezaría. Mi error fue hacerlo justo ahora. Por eso dije en Goodreads que no lo leí en un buen momento. No tengo ganas de hablar acá de mi vida privada porque es eso, privada, pero digamos que el libro me pega de cerquita cerquita. Y fue casi como si algún tipo de entidad quisiera darme una lección de empatía o algo, qué sé yo. No sé, estaba súper cómoda enojada y odiando gente, no quería sentir empatía con nadie, ¿ok? Pero por suerte el libro me gustó mucho y lo pude disfrutar gracias a la gentileza de Penguin Random House.
Así que bueno, es difícil ser neutral. Y quizás en otro momento de mi vida *hace un mes* me habría sido más fácil apoyar a estos personajes en sus idas y vueltas, pero ahora mismo estoy como dividida entre lo bien que me caen y lo mucho que discrepo con sus elecciones. Ay, sí, ya sé, pero no es moralina esto, ya se me va a pasar. Si ya saben que soy una persona horrible igual.
En fin, cortando un poco con la bobada y yendo a lo que les interesa, esta es una novela romántica muy divertida. Admitiré que al principio me costó acostumbrarme a la narración, que me chocó un poco por algún motivo —¿quizás un poco forzada?—, pero después fue un no parar de leer hasta la madrugada y eso. La prosa se vuelve súper ágil, pero tiene momentos en los que los personajes reflexionan y deja de ser funcional nomás y se usa muy bien. Me explico, no es invisible. Además, cuando digo que es divertida, lo digo en serio. Me hizo reírme en voz alta varias veces, cosa que no recomiendo si son de leer de madrugada.
¿Qué decir sobre la trama en sí? Es una novela de personajes, narrada en su mayor parte por Sofía, en primera persona, con algunos capítulos narrados por Héctor, el interés amoroso. En esta novela no solo vamos a ver cómo se desarrolla esta relación nada más, sino los problemas internos de cada uno, más allá del romance, y los de algunos de los personajes secundarios; en especial de Oliver, el mejor amigo de Sofía. Es complicado hablar de qué trata cuando la novela es así, porque es facilísimo caer en el spoiler, pero puedo contar un par de cosas, creo, sin cagarla demasiado.
Hay un problema central que impide que nuestros personajes, con tanta química y esa magia preciosa, estén juntos y sean felices y coman perdices y toda la cuestión. Eso es que Héctor está en pareja desde hace dieciocho años, y si bien no es una relación que esté pasando por su mejor momento, él la quiere. Y bueno, Sofía ya fue engañada antes y no quiere hacerle eso a alguien. Spoiler Como es obvio que pasa algo entre ellos, nos podemos imaginar cómo se dan las cosas. Y bueno, acá es donde tengo que discrepar, porque eso de «luchar por el amor» cuando el otro está en pareja para mí es una cagada. Esto es personal y quiero dejarlo claro. Qué sé yo, aunque de última hacen lo que pueden y enamorarse no se puede evitar, qué sé yo, fue difícil empatizar acá spoiler.
Sofía como protagonista me gustó mucho. Con esa personalidad tan suya, con sus miedos e inseguridades, con la confianza ganada a través de los años. No sé, la verdad es que fuera de todo mi problema personal, fue un placer dejarme llevar por su voz a la hora de leer. Ella, como el resto de los personajes, se vuelve muy humana, muy real. He leído tanto personaje idealizado en este género que fue genial encontrarme a una persona que tuviera sus dudas y problemas, que no tuviera el cuerpo perfecto «sin saberlo» porque parece que las mujeres valemos más cuando no sabemos cuánto valemos *vomita*. Acá no es así, y Sofía seguro sería una persona con la que me encantaría sentarme a charlar con un café —el Alejandría, obvio—.
Héctor, por otro lado, está un poquito más embellecido físicamente, si bien no sigue el canon. Y además, podemos acceder a su mente, y vemos bien que no es perfecto, que también le aquejan un montón de problemas. En general, también me cayó bien, pero no me hizo muy feliz su forma de actuar respecto a ciertas cosas. Se imaginarán. Pero, en particular, me sorprendió spoiler que volviera con Lucía. ¿QUÉ? Si precisabas reflexionar, te tomabas un tiempito solo, no sé. ¿Qué es eso de volver? Lo mato spoiler.
Aunque la novela no se presta para ello —y lo celebro, porque podría haber caído en ese lugar común—, no puedo odiar a Lucía, la novia de Héctor. No puedo porque aunque veo qué errores comete, los he cometido yo, que soy una enferma del estudio y el trabajo y el control. Y tampoco puedo odiar la forma en la que actúa, porque me parece normal y acorde a cómo son las cosas, y de hecho probablemente actuaría igual. Así que si bien esto no es muy objetivo de mi parte, creo que es un personaje del que me gustaría saber más. Si en la segunda parte de esta bilogía tuviera algún capítulo propio, sería bastante feliz de leerlo.
Como ya dije, los secundarios están todos muy bien; no son de cartón ni una excusa para hacer brillar a los protagonistas o que no se note que son los únicos interesantes. No, todos los que tienen alguna relevancia desarrollan una personalidad, un papel y una forma de actuar y comunicarse. Se vuelven, también, muy reales. Sobre todo Oliver, de quien vamos a conocer una pequeña aventura, que aunque no entendí muy bien qué aportaba al libro en general, fue interesante de leer.
Una de mis cosas favoritas es la naturalidad con la que se trata al sexo. Como con los personajes, estoy acostumbrada a que en muchas novelas el sexo esté idealizadísimo hasta el punto del ridículo, a veces. Pero acá todo se sintió normal. Incluso en los momentos más románticos, había una cierta sensación de realidad, ¿cómo explicarlo? No sé. También que se hablara sin tapujos, sin tabúes. Las cosas como son, sin ser ordinarios tampoco. Y *se pone de pie* *aplaude* que haya escenas de masturbación femenina, algo sumamente tabú de lo que casi ni se habla. Maravilloso.
La ambientación capaz les da igual a quienes tienen Madrid cerca, pero para mí, que nunca estuve en España, fue muy lindo sentirme un poco ahí mientras leía. Como no conozco la ciudad, no puedo asegurar que esté todo bien hecho y eso, pero yo me sentí cómoda y sentí que la historia traía Madrid a mi casa, así que con eso estoy más que satisfecha. Más allá de la ciudad, sentí real todo el barrio, los ambientes que utilizan los personajes a diario, y en especial, cómo no, el Alejandría, al que me encantaría poder ir de verdad. Amo ese tipo de lugares, es uno de los motivos por los que quise leer el libro en primer lugar. Y amé todo lo que tuviera que ver con el café, obvio.
En definitiva, qué decir. Fue un libro súper disfrutable, con personajes construidos de forma excelente y una ambientación muy cálida. Además, se lee al toque y es divertidísimo. Pero bueno, me llegó en un momento difícil y tuve la empatía puesta en el otro lado, qué le voy a hacer. Igual, confirmé que quiero leer el siguiente libro y más de la autora, eso sin duda.
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